domingo, 30 de agosto de 2009

ni por uno más, ni menos.


Me atan tus manos,
me desvelan tus sueños,
me pierden tus suspiros;
anhelo tu voz que se pierde
en mi inventario mental,
formando bullicio.
Admiro esos ojos,
esa boca que fue y es
un potente tintero para mí pluma.
Me es efímero olvidarte
y mis fortalezas más profundas
te las dedico día y noche.
Sí, soy una ninfa, la peor;
sí, soy una niña, la mejor;
tropezando con tempestades
anhelando tu calor regodeando mi cuerpo,
deseando haber pérdido rasgos
de esto que voy quemando aún sin quererlo.
Buscandote desesperadamente,
sin estrategias,
vago desnuda quemando el lecho
de tus sueños, recorriendo
cada estrecho de tu piel
llena de enigmas.
Ahora no son mis manos,
ni mis ojos,
mucho menos mis pensamientos
sino mí boca quien te poseé,
desgusta, debilita, desata.
Es mí aliento el que te habita,
mi alma, tu residente.
Y sin émbargo,
el imprudente destino
nos dió unos diez años más.

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