Campeón para ganar y para perder.
Dueño del luto y de la soledad de otros,
enrostrando ferozmente sus dientes,
a quienes quisieran tocar su alma,
A aquellos quienes no acreditaran sus peleas,
a aquellos que solo en su interior, sintieran nada.
Dueño de una caricia eterna, que prófuga le abandonó
la señora, su única, alguna vez, amada.
Reloj del tiempo, suertudo y escaso de minutos,
¿Suertudo? Por sí acaso previene,
tiene heridas y vendas,
no para él sino a quiénes le convienen.
Oh ángel de las tempestades, lejos te escondes
y a tantos pobres carentes de riqueza te llevas.
Aún así te perdonamos…
Aún así te vendemos las mejores flores.
Cara que le pones al destino,
para convencerlo de que morir es necesario
y tantas otras mentiras más,
que bien sabes manejar.
Falsetes y notas de andares,
la posta de los rosales que algún día
supe también darte.
Y después te llevaste tanto amor…
Aprendí a no quitarle las espinas,
sé que algún día me vas a llevar completa también,
cuando ya mi voz no se escuche,
cuando mis sentidos no puedan escribirte
Cuando mi alma se apague,
mi dolor se extinga y mi amor ya halla
quedado en buenas manos y,
por sobretodo, cuando ya no quedé magia dentro mío,
Será entonces que sepas que lo mejor de mí ya lo planté enteramente, ya que antes jamás me agotaré de darte la espalda y decirte “No, aún no”.
[Cómo vivimos juntas, a ti no te temo, y aunque mil veces te halla odiado, sé que tus razones son indiscutibles. Tu camino es prolongado, y el hospedaje infinito pues por eso no temo, sé que no jugarías por jugar.]
martes, 7 de julio de 2009
Didactica jamás perdida.
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