jueves, 24 de marzo de 2011

Óceano.



Despertando bajo un manto de dulzura
vuelvo a sentir un palpitar diferente;
entre sueños había recorrido ya ese lugar
que, ahora, tan pronunciado se abría ante mis ojos.

Incrédula ante tanta belleza
no logro discernir si es que la ilusión,
nuevamente, se ha apoderado de mí,
haciendo de mi razón un manojo de papeles vacíos en interés.

Recorro cada espacio, me expando al lado de esa hermosa utopía
creyéndola cada vez un poco más y es en ese entonces,
que lo absurdo se vuelve verdadero,
es en ese entonces en el que me encuentro contigo.

Tú imagen, tú sonrisa, tú pelo, tus ojos color café,
esconden más que la suavidad de un ser, más que el desvarío de una persona más,
esconden, dirían los sabios, un alma que brilla a más no poder
que te parte los huesos, te deja seco sin aliento

y, sin embargo, te alimenta de una manera perspicaz,
de una manera única y audaz.
El tiempo se esfuma y es inevitable oír
el repiqueteo de tus palabras escabulléndose suavemente por tus labios

como si fuera el plan perfecto para deleitar
a los oídos que las escuchen...
Te miro retratando el perfecto cuadro
de dos ojos que en verdad ven cuando miran

e, intuitivamente, descifran aquel sentir tan profundo...
No podré volver a dormir, no querré encontrarte
nuevamente en sueños, sabiendo que en verdad,
a la orilla del mar, te encontraré bajo el sol sonriendo.


ANTONELLA BIANCO♥.

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