Un minuto simple, en este mundo
para seguirlo caminando y te encuentro.
Sin intención de cambiarte, te veo en otra piel
en otros pasos, cerca de mis manos,
muy cerca de mí. Y sin respirar te escuchó…
Es precioso escucharte, o estar en silencio
siendo vista por esos ojos, que sin precisión
ya están sobre los míos.
Sin preguntar nada, te grabo en mi memoria
entero. Los roces de tus dedos, las miradas
cautivadoras, seduciendo a la tentación,
los suspiros… También tú forma de
tocarme, delicada y suavemente,
balanceando mi cuerpo como si fuera
un diamante en bruto que no debe romperse,
o una escultura que hay que formar
con perfección.
La dureza de tu seriedad,
que traspasa cada borde de mí.
Tu espalda al descubierto y el
deseo azotando mis pensamientos.
Rozar tu boca hasta chocar contra el suelo
sentir que nadie está, y que solo soy yo
la letra de tus versos.
Apaga las luces, nadie escucha después de todo…
Me hago piel entre tus labios,
calor entre tus piernas y
ardor en tu pecho.
Tus manos insistentes
que buscan acabar con todo
mi cuerpo,
tu aliento agitado que es
gran parte del gocé de este encuentro,
desatan una tormenta de pasión,
con relieves en mis caderas
y sin rastro alguno de sequedad.
Me poso en tu cuello,
deslizándome por tu espalda.
Se me ocurren mil maneras de
besarte, seducirte,
enredarte en mi juego de placer infinito.
Bajas con tus palmas por mis hombros,
desarmándome, haciendo que mis parpados
caigan a la par de tus manos continuando su rumbo.
El mundo entero descarga sus fuerzas,
y temblorosamente, te trae de vuelta
a tomar un respiro…
sábado, 26 de julio de 2008
Tu ser...
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