viernes, 3 de junio de 2011

Reencuentro a destiempo.



¿Quién iba a decirlo, amor? ¿Quién iba a susurrarme a mí al oído que nuestras pieles debían volver a juntarse? Nadie, lo sé, ni hasta yo misma podía siquiera pensarlo hace un tiempo atrás.
Todo cambió, el destino tomó otra ruta diferente y te llevó por caminos inesperados bajandote de aquél auto en el que venías tan feliz y, curiosamente, yo estaba estacionada en aquella ruta deseando que mi sueño de encontrarte allí se hiciera realidad...
Te ví, nos miramos, todo parecía perfecto, aunque ésta vez fue distinto para mí, ya que al ver esos ojos tristes, desesperados, que buscaban contención, no tuve la fuerza para gritar con ganas que quería ser yo quien te la brindara, de hecho creo que fue mi corazón quien rechazó la oferta o quizá me di cuenta que no estoy preparada para repetir una historia. No creo en las lágrimas como si fueran una solución y mi vieja herida nunca logró curarse, supe en el fondo que éste no era el momento, que era solo una señal a futuro.
Fue entonces que, a pesar de mis pensamientos bulliciosos, con un beso, volví a despertar a aquella persona que había desaparecido completamente, a aquella persona que habías sido antés de conocerme y pensé que ahora no podría detener tú paso fino por cada delicada historia porque tampoco quería hacerlo, pero en un punto me sentí culpable por la infinidad de corazónes rotos que quedarían luego de tu tempestad.
Fue hermoso volver a sentir aquella felicidad plena que me llenaba en nuestro tiempo y fue más hermoso aún volver a amarte sin medida aquel 25 de mayo. Sin embargo fue triste saber que nuestro tiempo no volvería a tener espacio ahora y que si realmente lo quería de buenas maneras debía relegarlo por un lapso temporal bastante más largo al anterior...
Ahora no me queda más que darle tiempo al tiempo y continuar, sé que siempre seremos dos almas que se junten en ciertos puntos de ésta larga ruta a la que llaman vida y sé que en algún trayecto de ella vamos a volver a caminar juntos pisando bien fuerte para que queden siempre nuestras huellas. Te voy a amar hasta el último de mis días y siempre vas a ser lo mejor.


...Dejé una carta en la mesa con muy poca lucidez pero el amor no se olvida, toda mi vida rendida a tus pies. Hay momentos que no recuerdo nada, hay momentos que no puedo olvidar, hay momentos que por las madrugadas me arrepiento y empiezo a temblar. Cinco segundos de gracia y mil horas sin razón, sequé mis lágrimas en espejos fríos y soy la sombra de ayer. Hay momentos que no recuerdo nada, hay momentos que no puedo olvidar, hay momentos que por las madrugadas me arrepiento y empiezo a temblar... ♪♫

ANTONELLA BIANCO.-

No hay comentarios: